martes, 26 de abril de 2011

LA VIDA ESE PARÉNTESIS (selección)


Globalizaciones

La globalización
de la abusiva economía /
también la corrupción globalizada /
de un quinquenio a esta parte
van en globo
¿globo terráqueo? ¿no cautivo?

la globalización de la basura
nuclear y de la otra
y la cultura light globalizada
mass media y de la otra
son meros subproductos del gran globo

por eso recurrimos
en el clearing / el software / o en los surveys
al áspero lunfardo del imperio

es cierto que esa globalización
de nuestro pobre miserable globo
tiende a globalizar el desaliento

sólo si alguién algún día
pincha el globo / aleluya /
tal vez por fin se globalicen
los fueros de la gente
digamos vos y yo
y otros millones de inocentes
flamantes antropoides


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El faro


  A aquel faro le gustaba su tarea, no sólo porque le permitía ayudar, merced a su sencillo e imprecindible foco, a veleros, yates y remolcadores hasta que se perdían en algún recodo del horizonte, sino también porque le dejaba entrever, con astuta intermitencia, a ciertas parejitas que hacian y deshacian el amor en el discreto refugio de algún auto estacionado más allá de las rocas.

  Aquel faro era incurablemente optimista y no estaba dispuesto a cambiar por ningún otro su alegre oficio de iluminador. Se imaginaba que la noche no podía ser noche sin luz, creía que ésta era la única estrella a flor de tierra pero sobre todo a flor de agua, y hasta se hacía la ilusión de que su clásica intermitencia era el equivalente de una risa saludable y candorosa.

Así hasta que en una ocasión aciaga se quedó sin luz. Vaya a saber por qué sinrazón mecánica el mecanismo autónomo falló y la noche puso toda su oscuridad a disposición del encrespado mar. Para peor de males se desató una tormenta con relámpagos, truenos y toda la compañía. El faro no pudo conciliar el sueño. La espesa oscuridad siempre le provocaba insomnio, además de náuseas.

Sólo cuando al alba el otro faro, también llamado sol, fue encendiendo de a poco la ribera y el oleaje, el faro del cuento tuvo noción de la tragedia. ahí nomás, a pocas millas de su torre grisácea, se veía un velero semihundido. Por supuesto pensó en la gente, en los posible náufragos, pero sobre todo pensó en el velero, ya que siempre se había sentido más ligado a los barcos que a los barqueros. Sintió que su recio corazón se estremecía y ya no pudo más. Cerró su ojo de modesto cíclope y lloró dos o tres lágrimas de piedra.


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Como un milagro

La linda parejita que trascurre
por el viejo teclado de baldosas
sabe y no sabe de su amor a término
o de las marcas que inpondrán los días

la linda parejita en su burbuja
no quiere saber nada de cenizas
ni de cuevas ajenas ni de fobias
sólo pide quererse a encontronazos

asume su pasión como un ergástula
nada de libertad condicionada
con sus dos soledades basta y sobra
con sus doas cuerpos y sus cuetro manos

tiene razón la linda parejita
no es fácil instalarse en la excepción
el plazo del amor es un instante
y hay que hacerlo durar como un milagro


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Pocas cosas


En este mundo hay tan poquitas cosas
capaces de endulzarle a uno la vida /
digamos la esperanza amanecida
o la lluvia que brilla en las baldosas

me gusta la constancia de las rosas
que nunca dan su espina por perdida
y también la tristeza repetida
de las palmas tan solas y orgullosas

pero no hay nada tan profundo y leve
como el alma y el vértigo y los labios
de esa mujer que al verla nos conmueve

para ser alguíen entre el cielo y suelo
y salvarse del odio y sus resabios
nada como el amor y su consuelo

 
"La vida ese paréntesis". Mario Benedetti. 1998


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